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Ayuntamiento de Valladolid

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Listado de entradas

  • Añadido el 17 de octubre de 2021
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    Fuente: Tribuna de Valladolid * 

    ¿Se ha fijado alguna vez? En la parte trasera de la Iglesia de El SalvadorEste enlace se abrirá en una ventana nueva, en pleno centro de Valladolid, hay una placa de calle censurada. Borrada, ‘picoteada’, por decirlo de alguna manera. Y curiosamente se trata de un letrero antiguo, de los de cerámica como se usaban hace muchos años y no de los actuales. Esta vía es la calle de la Galera, como bien dicen las otras placas adecuadamente situadas al principio y al final de esta, y tiene una curiosa intrahistoria detrás.

    Ramón González Peña. Auténtico objetivo del acto vandálico

    Todo comienza con un personaje histórico de la ciudad, Nicolás González Peña, que hace más de un siglo hizo méritos suficientes para acabar de contable en el Ayuntamiento de Valladolid. Su labor fue reconocida en la ciudad y por el Consistorio, de manera que incluso a día de hoy una gran placa luce dentro del propio edificio, concretamente en el actual despacho de la concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo. Pero hubo más reconocimiento para González Peña.

    Esta imagen de unos soldados nacionales en una calle de Gijón, nos puede dar una idea de la escena que tuvo lugar en la citada calle vallisoletana

    Por aquel entonces también se decidió, fruto de su buen hacer, otorgarle el nombre de una calle queriendo la fortuna que esta fuera la nombrada de la Galera. ‘Calle de González Peña’, lucía en el letrero, dejando constancia de la importante tarea realizada durante años y años en el Ayuntamiento de la ciudad. Pero entonces llegó la Guerra Civil, en 1936. Y ahí se produjo el desaguisado.

    Detención de González Peña en 1934 
    (Ilustración: La Nueva España)

    En un clima de confrontación y crispación, el bando nacional encontró esta placa detrás de la mencionada Iglesia de El Salvador y confundió al mencionado contable vallisoletano con otro González Peña como era un socialista asturiano, en apariencia sin ninguna vinculación con la ciudad, y que tuvo un protagonismo considerable en la UGT durante esta Guerra Civil llegando más tarde a ministro de Justicia. Y decidieron sabotearla.

    A base de pico y martillo destrozaron literalmente la señal y la dejaron en su estado actual, que se ha conservado de esta manera hasta el día de hoy. Fue cuestión de tiempo, y ya con los ánimos menos caldeados, cuando la comisión que se encargaba de poner los nombres de calles a la ciudad decidió cambiarla a la actual de la Galera para evitar equívocos. Así fue cómo Nicolás González Peña, honrado contable de Valladolid, se quedó solo con un reconocimiento en el despacho de la concejala en el Ayuntamiento.

    Fuente: * Tribuna de Valladolid Este enlace se abrirá en una ventana nueva

  • Añadido el 9 de octubre de 2021
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    La picota desaparecida de Tordesillas.
     (Ilustración:Tribuna de Valladolid)

    El caminante curioso se habrá topado en más de una ocasión con unas extrañas columnas de piedra que suelen encontrarse en algún rincón del interior de las poblaciones. Tienen unos tres o cuatro metros del altura y terminan en una especie de capitel, o aparecen rematadas por una cruz. En otros casos, lo que podemos ver son cruces de piedra sobre un basamento, situadas en el arcén de acceso al municipio, o ubicadas sin más en un cruce de caminos.

    No se puede decir que sean construcciones especialmente estéticas. Eso sí, por su aspecto parecen muy antiguas, y desde luego su aspecto es algo siniestro. Según su forma y antiguo uso se denominan picotas, rollos, cruceros o humilladeros.

    Las picotas se comenzaron a emplear en el s.XIII. Las primeras se tallaron en madera, y posteriormente se esculpieron en piedra. Su función era la de exhibir en ellas para su escarnio a los reos y por supuesto, causar temor en el resto del pueblo, que al ver el destino del infeliz podía aplicarse eso de "cuando veas las barbas de tu vecino pelar…".

    En la picota no solamente se ataba al reo, según el delito cometido se le desnudaba y untaba en miel para que se lo comieran las moscas,  dejándolo expuesto al público y al sol. Si el delito era merecedor de la pena de muerte, se exhibían en la picota restos mutilados de su ejecución, e incluso se colocaba la cabeza cortada en lo alto. Todo un espectáculo. Las había con ganchos alrededor de la columna que facilitaban las tareas de desgarramiento y sufrimiento del ejecutado, y poseían cuatro extremos, también de piedra en cada ángulo del capitel que permitían pasar las cuerdas con las que atar al ajusticiado. De todo esto podemos extraer el significado de las célebres frases: "poner en la picota" o "estar en la picota", que se emplean cuando alguien está en el punto de mira de todo el mundo o en situación comprometida.

    Rollo de Mayorga de Campos

    Similar a la picota es otra columna rematada en un capitel que suele incorporar una cruz u otros ornamentos y que se denomina rollo. Aunque a simple vista parecen la misma cosa, los rollos surgen más tarde, en el s. XIV. Su función es inicialmente simbólica. Servían para informar a cualquier forastero, que la villa tenía capacidad legal para impartir justicia. En la práctica, el rollo también se utilizó en muchas ocasiones con la misma finalidad que la picota, para mostrar a reos y ejecutados.

    El rollo/picota de Bolaños

    Los rollos fueron suprimidos con la Constitución de 1812 que consagró la división de poderes y atribuyó la potestad de juzgar con exclusividad a los tribunales de justicia. Tras la Constitución de 1812, los rollos y picotas tuvieron que ser desmantelados y sacados fuera de las plazas principales de los municipios. No obstante, muchas de ellas se conservaron porque los municipios –muy apegados a lo suyo- decidieron transformarlas, darles aspecto religioso o convertirlas en cruceros, cruces de piedra en homenaje a algún hecho, motivo o personaje del municipio y sacarlas a las afueras municipales. Tampoco ayudó Fernando VII, auténtico "zote" y azote de la razón y la ilustración, que hizo lo posible por destrozar todo lo que la "Pepa", como se llamó a la Constitución de 1812, había traído de modernidad y progresismo a nuestro país.

    Pero no todos los municipios hicieron caso de aquella  órden, y producto de tal desacato es que  España  conserve  unos 150 rollos. Nueve de ellos en Valladolid: Aguilar de Campos, Bolaños, Curiel de Duero, Mayorga, Simancas, Torrelobatón, Valdearcos de la Vega, Villalar y Villalón de Campos.

    Tordesillas tuvo su rollo jurisdiccionalEste enlace se abrirá en una ventana nueva en la Puerta de la Villa, entrada al recinto amurallado de la localidad en otro tiempo que ha desaparecido y del que solo queda un pequeño resquicio en aquella zona del llamado Colagón en un vaivén de piedras amontonadas, enfrente del Instituto Juana I de Castilla.

    Fuente: Guadarramistas.comEste enlace se abrirá en una ventana nueva

  • Añadido el 7 de octubre de 2021
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     Triunfó con polémica en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860 y generalmente descansa con rectitud en la primera planta del Congreso de los Diputados.Es, a juicio de los expertos, el cuadro más famoso e importante que se ha realizado jamás sobre los Comuneros después de que Padilla dijese el 24 de abril de 1521, en la localidad vallisoletana de Villalar, aquello de 'Señor Juan Bravo, ayer fue día de pelear como caballeros, hoy lo es de morir como cristianos'.

    Antonio GisbertEste enlace se abrirá en una ventana nueva pintó en 1860, con 26 años de edad, el lienzo 'Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo', adquirido al año siguiente por las Cortes Generales tras abonar 8.000 reales de entonces. Primero se llamó 'Los Comuneros de Castilla' y se convirtió en la primera gran obra maestra del género histórico realizada por Gisbert (Alcoy, 1834 - París, 1901), lo que supuso su consagración como artista de ideas progresistas en los círculos políticos de su época, según sostiene José Luis Díez, el académico y comisario de la exposición Pintura Histórica del siglo XIX en España (Madrid, 1992), la cual dedicó un lugar destacado a esta obra. El pintor escoge un argumento polémico y contradictorio de la historia de España, "que pone en entredicho la actuación de la Corona, mostrando a los que van a morir como mártires triunfantes en la defensa de las ideas de justicia y libertad", escribe José Luis Diez.

    Antonio Gisbert. Autorretrato

    La discusión nace por el posible paralelismo entre lo que ocurrió en 1521 con Carlos V y los aconteceres del reinado de Isabel II. "Los comuneros, al haberse levantado contra Carlos V, podían de algún modo equipararse en ese momento con Isabel II, el cuadro parecía una loa contra la Corona". Así lo dice Javier Barón, jefe de Conservación de pintura de historia del siglo XIX en España del Museo del Prado.

    La medalla de la discordia

    El cuadro consiguió una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860, pero la negativa del jurado a conceder a Gisbert la distinción de honor provocó una amplia polvareda. El periódico La América abrió una suscripción popular "para regalar una corona de oro al distinguido artista español que reemplace a la medalla de honor que le ha negado el tribunal de la exposición". Los parlamentarios debatieron en las Cortes Generales sobre la importancia del cuadro y las muestras de adhesión alcanzaron al Ayuntamiento de Alcoy, institución que también participó en los homenajes a Antonio Gisbert. El noticiero La América consiguió su objetivo y el pintor recibió su corona de oro.

    Salustiano Olózaga, político liberal de la época, demuestra con las siguientes palabras -pronunciadas en la entrega de la corona y recogidas en el catálogo de la exposición de 1992- el alcance del debate político suscitado: "No bastaron tres siglos de opresión para borrar del todo la memoria de las grandes luchas y de la suerte lamentable de los ilustres jefes de las comunidades; pero lo que sólo era para muchos una tradición confusa, es ahora, para todo el pueblo español, una magnífica realidad que pasará con el nombre de usted a las más remotas generaciones, recibiendo de todas ellas el culto que merecen los que sacrifican notablemente su vida por la libertad de su patria".

    Escena de la película La Leona de Castilla (1951)

    Las copias

    Salustiano de Olózaga se enamoró del cuadro. Tanto que el político liberal encargó una réplica que posteriormente se exhibió en la Exposición de París de 1867 y que actualmente se encuentra en una colección particular de Alcoy. Otra copia, realizada en 1863 por Carlos Serrano, la muestra el Ayuntamiento de Toledo y otra más de mayor tamaño está expuesta en la Diputación de esta provincia. Existen múltiples copias y bocetosEste enlace se abrirá en una ventana nueva y el protagonismo de la obra llegó hasta la película 'La Leona de CastillaEste enlace se abrirá en una ventana nueva', realizada por Juan de Orduña en 1951, que se apoya en la obra de Gisbert para componer la secuencia de la decapitación.

    Degollado en la espera

    El cuadro representa el ajusticiamiento de los comuneros, levantados en armas para defender las libertades en contra de los proyectos imperialistas de Carlos V. Según lo expuesto por José Luis Díez, Juan de Padilla es el eje y centro de atracción de la escena. Gisbert introduce un tratamiento secuencial de la imagen al representar las tres fases de su desarrollo –la subida al patíbulo, la espera y la degollación-, al igual que la lectura narrativa de las pinturas medievales. Bravo aparece degollado, Padilla a punto de serlo y Maldonado instantes antes de subir al cadalso.

    Fuente: https://www.elespanol.comEste enlace se abrirá en una ventana nueva

  • Añadido el 29 de septiembre de 2021
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    Allá, por el extremo de la provincia lindante con Salamanca, una informe masa de muerto cascote es cuanto resta del castillo de Alaejos. Dícese que tuvo recinto exterior e interior... Que unas cortinas aspilleradasEste enlace se abrirá en una ventana nueva unían los cuatro torreones de los ángulos... Que sobre ellos se erguía un fuerte, tambien cuadrangular... ¡Todo ello es hoy polvo, tan polvo como las cenizas que guarda el camposanto, labrado con los despojos del entonces desmontado castillo! Fue él uno de los baluartes del poderío de los Fonsecas; pero envejeció, estorbaba y lo derruyeron.

    Hoy apenas quedan restos, al menos en superficie, de este histórico castillo, pero los estudios y las excavaciones arqueológicas que se vienen efectuando desde el año 2009 cada vez arrojan más luz sobre esta fortaleza que muchos consideraban prácticamente desaparecida.

    El castillo de Alaejos fue mandado construir en 1453 por  Alonso de Fonseca y UlloaEste enlace se abrirá en una ventana nueva, obispo de Ávila y arzobispo de Sevilla, el mismo que poco después iniciaría la construcción del conocido castillo segoviano de Coca.Este enlace se abrirá en una ventana nueva


    Litografía del siglo XIX

    Entre 1467 y 1469 la reina castellana Juana de AvisEste enlace se abrirá en una ventana nueva, esposa de Enrique IV y madre de Juana "la Beltraneja" estuvo recluida en el castillo. Durante su encierro la reina tuvo un romance con el caballero Pedro de Castilla, sobrino del arzobispo, a resultas del cual alumbró dos hijos gemelos: Pedro de Castilla y Portugal, y Andrés de Castilla y Portugal. Para ocultar su embarazo la reina y su amante tuvieron que fugarse descolgándose por una torre. El cronista Alfonso de Palencia (1423, 1492) lo cuenta así: 

    "Estando ya embarazada de siete meses, terminó el motivo que la tenía en rehenes, y el Rey envió a varios nobles a que la sacasen del castillo de Alaejos y la acompañasen a Madrid. Se alteró la Reina, porque en la Corte la hubiera sido imposible disimular su embarazo, y despidió con un pretexto a los enviados de su marido. Y una noche se descolgó por el adarve, siendo recogida abajo por su amante Don Pedro, que, según lo convenido, la aguardaba junto al portillo del muro inferior, a la sazón tapiado con piedras sin trabazón de cal. Apartáronlas prontamente; penetraron por él, y siguiendo el sendero de la cava, en que asentaban los cimientos, salieron al campo, donde hallaron a Pedro de Castilla y a Juan Hurtado, hijo de Rodrigo Díaz de Mendoza, con diez caballos". "Reunidos todos, dirigiéronse por orden de la Reina, a Cuéllar, en busca de Don Beltrán , que allí estaba, y aunque ella le dió una explicación falsa del motivo de su venida, no tardaron él y los suyos en apercibirse de la causa que la impulsaba a arrastrar antes el escándalo de la fuga que el peligro de su permanencia de la fortaleza".

    Por su parte el cronista Diego Enríquez del Castillo (1443, ¿1503?), asegura que la reina sufrió algunos percances durante la fuga: "fue descolgada en un cesto, que se golpeó al caer y que se lastimó en la cara y en la pierna derecha"


    Durante la Guerra de las Comunidades (1520,1522) los comuneros, enemigos de Fonseca, asaltaron y destruyeron el castillo, que hubo de ser reconstruido años más tarde.

    En junio del año 1600 Felipe III visitó el castillo de Alaejos, que aún seguía perteneciendo a los Fonseca.


    La decadencia de la fortaleza empezó en el siglo XVIII. Desde entonces empezó un proceso de ruina imparable y un expolio de sus materiales que lo hizo desaparecer casi por completo de la superficie, aunque si que se conservaron sus estructuras subterráneas, compuestas por varias galerías que unían diferentes partes de la fortaleza, algunas de las cuales pueden visitarse en la actualidad.

    Los restos del castillo en la década de los años 30 del siglo XX

    Quienes busquen monumentalidad en los vestigios del castillo de Alaejos, no la encontraran. Sólo podrán apreciar restos informes de muros y estructuras de difícil interpretación, pero a cambio podrán disfrutar de un lugar importante, por los hechos que allí tuvieron lugar, en la historia de España.

    Poco a poco el castillo va saliendo del olvido y del silencio en el que estuvo sepultado durante tanto tiempo. Un motivo más para visitar este pueblo poco conocido que cuenta con un notabilísimo legado monumental.

    Fuente: Asociación Amigos de los CastillosEste enlace se abrirá en una ventana nueva

  • Añadido el 18 de septiembre de 2021
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    Nos encontramos ante uno de los mejores ejemplos del llamado románico-lombardo  que encontramos lejos de Cataluña y Aragón, territorios donde este estilo prosperó. El templo se encuentra situado en las cercanías de la villa medieval de Urueña, uno de los conjuntos históricos artísticos más interesantes de la provincia de Valladolid.
     La ermita se halla a tan sólo dos kilómetros al sur del casco urbano de Urueña, desde esta posición es posible contemplar buena parte del perímetro de la muralla medieval.
    Con anterioridad a esta iglesia debió existir otro templo según la documentación, datada en el año 945, que menciona a un monasterio mozárabe. En el S. XII la infanta Sancha Raimúndez decide levantar una iglesia en este lugar. El edificio actual tiene planta rectangular de tres naves, siendo la central, considerablemente más alta y ancha que las laterales.

     Las naves aparecen separadas por grandes pilares cruciformes, dichas naves finalizan en tres ábsides de planta semicircular que forman una cabecera escalonada. Los muros de la iglesia son más anchos en su base para estrecharse según van ganando más altitud. 

    Las cubiertas que tapan las naves son de medio cañón y se sustentan en los pilares cruciformes citados anteriormente. En el crucero se levanta una magnífica cúpula ochavada sobre trompas cónicas.


     Influencia del románico-lombardo
    Una de las notas más características de este edificio es la decoración románico lombarda apreciable en el exterior del templo, dicha ornamentación esta formada por arcuaciones ciegas y lesenas que se disponen en los paramentos del testero y del crucero.
    En el siglo XVIII se adosó a la ermita un Camarín con piedra de sillería, es de planta cuadrada con corredores laterales y tiene una ventana que perfora el muro para acceder a la imagen del altar mayor.
     La decoración lombarda nos recuerda que trabajaron en el templo un grupo de canteros catalanes o alto aragoneses o al menos un equipo de trabajo que estaba en posesión del hacer constructivo de la Cataluña románica.
     El aparejo del templo es de sillarejo, la Ermita de Nuestra Señora de la Anunciada está fechada en los primeros años del S. XII e incluso su construcción pudo ser anterior. El estilo románico lombardo que se estaba desarrollando en Cataluña y en el norte de Aragón pudo aparecer en estas tierras castellanas por la boda de la hija del Conde Ansúrez, conde de Liébana, Saldaña, Carrión y Señor de Valladolid, Doña María con el Conde de Urgel, Don Armengol V.

     En esta imagen de principios de los años 70 se puede ver el pórtico de entrada ya desaparecido y la vivienda adosada, también desaparecida, en la cual residia la familia que guardaba ermita        

    De todas formas los templos con reminiscencias lombardas en Castilla son escasos, podemos citar contados ejemplos como la iglesia de Villaconancio (provincia de Palencia) que luce un magnífico ábside con arquillos lombardos. 

    En estas imágenes de principios de los años 70 se puede ver el interior de la ermita con las paredes encaladas y el desaparecido coro sito sobre la entrada
    Otro ejemplo de este estilo y en la misma provincia de Palencia es la ermita de San Pelayo situada en la localidad de Perazancas de Ojeda, esta es una de las construcciones románicas más antiguas de Castilla donde también cuenta con decoración lombarda en su ábside y además presenta unas interesantes pinturas el interior de su ábside, dichas pinturas pudieron ser realizadas por algún maestro catalán.
    Horarios visita Ermita de Urueña
    En la actualidad, el horario para visitar la Ermita de Urueña, la cual se lleva a cabo con visita guiada, es a las 12,45 horas, con una duración de una hora.
    Para hacer dicha visita, es imprescindible hacer la reserva previa llamando a la Oficina de Turismo de Urueña (tel. 983 717 445) los martes, de 17 a 19,30 horas, y de miércoles a domingo, de 10,30 a 14 horas y de 17 a 19,30 horas.
  • Añadido el 11 de septiembre de 2021
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    Torre de Lutero (Almenara de Adaja)

     
    En la parte culminante del páramo veremos, cerca de algunas carreteras nacionales, hoy convertidas en autovías, unas torres que desde lejos dan la impresión de ser restos de antiguos castillos en los que sólo queda en pie la torre del homenaje. Pero en realidad nada tienen que ver con elementos defensivos, sino que pertenecieron al mundo de la comunicación, pues son antiguas torres del telégrafo óptico.

    Antecedentes

    Al principio, la comunicación entre personas y pueblos lejanos, se conseguía con mensajeros, cuyo desplazamiento dependía de muchos factores: lejanía del destino, estado de los caminos, guerras, fronteras, etc… Para agilizar y acortar este tiempo empezaron a utilizarse las señales ópticas. Una muy utilizada fue el humo de hogueras, aunque con la limitación de que los mensajes tenían que ser sencillos.


    Funcionamiento

    Este sistema se basaba en la construcción de torres conectadas visualmente gracias en lugares elevados. El funcionamiento de la red comenzaba en la estación desde la que se emitía el mensaje. Se colocaba el telégrafo en una posición prefijada de alerta o de atención. Cuando la estación siguiente avistaba esta señal, colocaba su telégrafo en posición listo o preparado y el primer telégrafo sabía que podía comenzar a transmitir. Una vez que se comenzaba a transmitir, cada símbolo debía estar unos 20 segundos como mínimo en la posición para que la siguiente estación lo leyese correctamente y colocase su telégrafo en la misma posición, lo cual indicaba a la estación precedente que podía transmitir el siguiente símbolo del mensaje. En España los mensajes se enviaban cifrados, pues los empleados de cada una de las torres se limitaban a emitir el mensaje que habían recibido, sin saber su contenido.

    Pero la crisis económica y la Guerra de la Independencia dejaron sin uso este medio de comunicación. Será en 1831 cuando se vuelva a proyectar otro sistema de telegrafía óptica entre la capital y los Reales Sitios para uso exclusivo de la Familia Real.

     En 1844, por Real Decreto de 1 de marzo, se establece el marco para el nuevo trazado de telegrafía óptica en España a cargo de la Dirección General de Caminos. El proyecto, de titánicas dimensiones, pretendía unir Madrid con todas las capitales de provincia del territorio peninsular.


    Diseño de la red

    El Decreto era especialmente cuidadoso en la ubicación de las torres. Así, se prefiere que las líneas sigan las carreteras existentes para facilitar el avituallamiento de las estaciones telegráficas y, a ser posible, lo más cerca de pueblos y localidades, por la misma razón. En la medida de lo posible, debían utilizarse estructuras preexistentes para ahorrar recursos, y así se emplearon castillos, atalayas e incluso torres de iglesias. Cuando esto no era viable, habrían de construirse torres ad-hoc, todas idénticas y según el estándar fijado por Mathé, de 7 metros de lado y 12 de alto. Además, las torres debían estar cada una a una distancia mínima de 2 leguas y máxima de 3, de la siguiente. Una distancia menor suponía construir más torres lo que implicaba un coste más elevado. Mayor, suponía dificultades para divisar la torre anterior o posterior.

    Cuando en 1844 se dio el impulso necesario a la telegrafía óptica en España, ya se conocía la telegrafía eléctrica y se experimentaba en Europa desde 1840. La telegrafía eléctrica relegó a la telegrafía óptica rápidamente. En 1854 se completó la línea de telegrafía eléctrica entre Madrid e Irún, por lo que dejó de funcionar la línea equivalente de telegrafía óptica. En 1857 se desmantelaba la última línea óptica en servicio, la línea Madrid-Cádiz.

    En nuestra Provincia

    Así que en nuestra provincia se construyeron las correspondientes a la 3 y 4ª Sección de la línea que comunicaba la capital con Irún. Fueron las siguientes torres, todas ellas levantadas junto a las actuales carretera N-601 y N-620:

    -El Perruno (866 m) en Almenara de Adaja, cercana a la localidad segoviana de Fuente de Santa Cruz. Se conservan sus cuatro lados.

    -El Collado o Cuesta Redonda en Olmedo. A duras penas se mantienen en pie las esquinas este y norte.

    -El Collado en Mojados que se utiliza para ubicar un vértice geodésico.

    -Boecillo, del que sólo queda el nombre de una urbanización y una calle en la localidad.

    -Valladolid situado en el páramo de la Cuesta de la Maruquesa. No quedan vestigios.

    -Cabezón, en el Cerro de Altamira que domina la población y donde estuvo situado la antigua fortaleza.

    -Frausilla, ya en las cercanías de  Dueñas (Palencia). Se conservan sus paredes

    -Tariego, en Tariego de Cerrato (Palencia)

    Fuente: https://valladolidenbici.wordpress.com/2011/02/06/torres-del-telegrafo-optico/Este enlace se abrirá en una ventana nueva

  • Añadido el 24 de agosto de 2020
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    En la calle Cardenal Cos (en un lateral de la Catedral) pervivió hasta hace pocos años la fachada de ladrillo rojo del antiguo almacén de frutas de los Hermanos Santaolaya, un negocio que abrió en los años 50 esta familia, que gestionaba otros locales relacionados con la alimentación en la ciudad desde principios de siglo. En 1950 Evaristo Santaolaya recibió un permiso para abrir una abacería (una especie de ultramarinos donde se vendían vinos y licores) en la calle Cardenal Cos 1. En 1974, este edificio pasó a utilizarse como almacén de envases para frutas y verduras. 

    El muro, muy reconocible por sus letras pintadas sobre el ladrillo y un número de teléfono de los de antaño, con cuatro cifras, no estaba protegido ni catalogado. La hemeroteca de El Norte de Castilla guarda varios anuncios de este negocio, capitaneado por Evaristo Sataolaya.  El almacén era un ultramarinos en el que se despachaban productos de alimentación a granel y en el que también se compraba directamente a los agricultores. El último de los anuncios localizados data del 14 de octubre de 1961, cuando en una 'clasificado' se compraba almendra dulce y amarga.

    Dos años después, en 1976, Magdalena Gómez Gabriel recibiría licencia para abrir una guardería que fue ampliada en 1993 (sería entonces cuando asimilaron el patio de Santaolaya a la guardería).

    Fuente: El Norte de CastillaEste enlace se abrirá en una ventana nuevaultimocero.comEste enlace se abrirá en una ventana nueva

  • Añadido el 31 de marzo de 2020
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    Puente del Cubo o del Espolón, en la desembocadura del brazo Sur del Esgueva en el Pisuerga (Fundación Joaquín Díaz).
    Situado frente a la esquina más occidental de la calle Doctrinos y la parte trasera de la Academia de CaballeríaEste enlace se abrirá en una ventana nueva. Aparece dibujado en litografías y planos históricos, desde el siglo XVII, unido al desarrollo de la línea del Espolón. Era el último vado que existía en el Esgueva antes de su desembocadura en el río Pisuerga. Realizado en sillería caliza, contaba con un único ojo y un arco rebajado en la parte superior. Poseía una elevada altura, dado que el cauce del Esgueva en este punto era angosto y profundo, y que además servía para vadear en línea con el Espolón, en la salida de la ciudad hacia el barrio de las Tenerías.
    Puente del Espolón Viejo (Alfred Guesdon, 1854)
    Dos obras efectuadas en el año 2017 en la confluencia del paseo de Isabel la Católica con Doctrinos, una reparación de la tubería de abastecimiento de agua y la apertura de un socavón en la vía pública, han posibilitado sacar a la luz partes de la estructura del puente del Cubo o del Espolón Viejo, situado bajo el asfalto del paseo de Isabel la Católica.
    Las obras de reparación no han afectado a los vestigios estructurales conservados y tras la reparación de las averías se procedió al relleno controlado de los cortes y del propio lateral del puente.
    Se desconoce la fecha exacta de construcción de este vado, el más occidental de los levantados sobre el ramal Sur del río Esgueva, antes de su desembocadura en el río Pisuerga. Su origen debe situarse en los compases finales de la Edad Media, siglos XIV o XV, cuando se desarrolla el barrio artesanal de las Tenerías, junto al Pisuerga. Este puente serviría de comunicación de ese arrabal con el resto de la ciudad, encontrándose no muy distante de la salida natural de Valladolid hacia el Sur, coincidente con el puente del Campo, también sobre el Esgueva, pero a la altura de la calle Santiago, donde a su vez se situaba la puerta homónima, en el trazado de la segunda muralla de la ciudad.
    En el plano de 1738, de Bentura Seco, el puente forma parte de la línea del Espolón Viejo, el límite del casco urbano frente al río Pisuerga en esos momentos. Idéntica situación se observa en la planimetría histórica del siglo XIX, reconociéndose hasta 1911 como el cauce del río Esgueva discurría al aire en el intervalo comprendido entre este puente y el del Campo.
    Según el plano de Bentura Seco
     Desde 1879 se estaban llevando a cabo los trabajos de encauzamiento entre este vado y el de la calle Santiago, aunque por diferentes problemas (económicos, con contratistas, crecidas, etc.), una vez en marcha el plan de saneamiento de R. Uhagón se paralizó todo el proceso, habiéndose cubierto un trozo hasta la mitad de la actual calle de Doctrinos, mientras que el resto, que fundamentalmente discurre bajo el suelo de la Academia de Caballería, solo contaba con los muros de mampostería laterales. Posteriormente se rellenaría el tramo hasta el puente del Cubo, entre los años 1915 y 1919.
    El puente subsiste como punto final de desagüe de la Esgueva Sur en el río Pisuerga hasta la década de los años 50 del siglo XX. Entre los años 1953 y 1956 se construye el actual puente de Isabel la CatólicaEste enlace se abrirá en una ventana nueva (designado también en ocasiones con el nombre del Cubo), con proyecto del ingeniero Luis Díaz-Caneja Pando, siendo inaugurado por el alcalde J. González-Regueral.
    Fuente: VALLADOLID Y EL RÍO ESGUEVA
    Una historia de encuentros y desencuentros. Aproximación histórica y arqueológica
    al paso del cauce fluvial por la ciudad de Valladolid
    JESÚS MISIEGO Y JOSÉ IGNACIO DÍAZ-CANEJA (coords.)
  • Añadido el 7 de marzo de 2020
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    No es lugar para comentar las causas ni las consecuencias originarias de las pestes que azoraron Europa y Valladolid, de forma periódica, hasta el siglo XX. Peste era sinónimo de contagio. La pronunciación de la misma palabra, «pestilencia», sobrecogía a las gentes. Cada una de sus manifestaciones era considerada como un azote y castigo divino. Las primeras pestes documentadas que afectaron a Valladolid se producen a finales del siglo XIV.
    Procede de Asia y se la conoce con el nombre de «bubónica» por manifestarse por medio de carbuncos y bubones.
    El siglo XV está jalonado de fechas en las que las pestilencias originaron grandes mortandades: las de 1437, 1441, 1457, 1478, 1485, 1488 y 1495. La profesora Maria A. Fernéndez del Hoyo documenta como actuaban las gentes de las diferentes capas sociales: los poderosos y ricos huyen de la ciudad (los miembros de la Chancillería, el Concejo y la misma Corte). En numerosas ocasiones se cierran las puertas de las murallas de la ciudad, previa expulsión de mendigos y forasteros pobres, además de recluir a los ya contagiados en hospitales extramuros. Entre los que se quedan, unos se dedican a hacer penitencia y otros a disfrutar de todo tipo de placeres, mientras permanecían vivos. El siglo XVI no fue menos mortífero. Comenzó con la peste de 1507, a la que siguió la de 1517 y 1527 para alcanzar su culminación en los últimos diez años del siglo. Entre 1597 y 1599 la población de Valladolid quedó diezmada. 500.000 muertes en España. La peste se manifestaba a través de «carbuncos, bubones y secas». Las medidas sanitarias adoptadas acudieron a todos los remedios: desde encender hogueras quemando plantas aromáticas a las consabidas sangrías, purgas, y un sinfín de triquiñuelas seudomédicas que se aplicaban sobre los enfermos. Pero, sobre todo, se recurriría a la Divinidad mediante procesiones y plegarias, dirigiéndose a los santos milagreros al uso San Roque y la Virgen de San Lorenzo.
     Las pestes provocaban el abandono de los contagiados con tal de salvarse uno mismo. Véanse padres que abandonaban a los hijos, o Viceversa. En Valladolid murieron durante esa peste 6.600 personas. En el siglo XVII fue el tifus el que originó importantes mortandades; en cambio en el XVIII el paludismo provocó 26.500 enfermos y 1.367 muertos entre 1786 y 1787. Durante el siglo XIX fue el «cólera morbo» que en 1834 mató en Valladolid a unas 2.000 personas. El siglo se despidió con una epidemia de gripe que afectaba a niños y ancianos, entre los que hizo estragos. En el siglo XX fue la viruela y una epidemia gripal. En el año 1918 llegó a afectar a 10.000 personas, habiendo días que morían unas 30. Más recientemente se declaró el SIDA que hizo estragos, primero en un sector de la población, para generalizarse al resto. A nivel mundial hemos tenido noticia de «la gripe del polio» que ha tenido en jaque al país más poblado de la tierra: China. Ahora, en pleno siglo XXI el coronavirus, proveniente también de China, nos vuelve a traer de cabeza. Siente uno la sensación de provisionalidad vital y estar a merced de cualquier «evento» pues, muy a pesar de todos los logros y avances médicos, el mundo de los gérmenes presenta numerosas incógnitas, ni siquiera imaginables.
    Fuente: Historias de Valladolid (Miguel Ángel Martín Móntes)
  • Añadido el 2 de marzo de 2020
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    La zona a finales del siglo XVIII, previo a la construcción de la Academia de Caballería

    Ya en 1859 se hace mención en El Norte de Castilla a la instalación de unos pequeños jardines en la parte delantera de la Academia de CaballeríaEste enlace se abrirá en una ventana nueva, los cuales pervivirán, con sucesivas modificaciones, a lo largo de toda la centuria. Pero estas no son obras que rompieran con las características que había tenido este espacio desde antiguo, no formando una verdadera plaza, sino siendo más bien un cruce de caminos. Es por este hecho que en los años siguientes el espacio correspondiente a la plaza tan solo se veía afectado por la ejecución de los diversos proyectos que tenían como fin la recomposición o nueva creación de enlaces entre las diversas vías, destacando de entre ellas la de la carretera de Madrid.
    Esta carretera provocará no pocos problemas. En 1877 ésta pasaba por el centro del Campo Grande, que estaba siendo reformado de manera notable. Por este hecho Ruiz de la Sierra presentó un proyecto para variar el trazado de la citada vía a lo que en la actualidad es el paseo de Zorrilla. La idea fue acogida con entusiasmo por todos, concediéndose el correspondiente permiso sin mayores trabas y llevado a cabo en los años siguientes. En 1883, ya sin Ruiz de la Sierra en el puesto de arquitecto municipal, se concluía el proyecto, discurriendo la carretera por el paseo de Zorrilla, en aquellos tiempos acera de Sancti Spíritus.Este enlace se abrirá en una ventana nueva
     Este espacio desde antiguo, no formaba una verdadera plaza, sino siendo más bien un cruce de caminos
    No hubo grandes reformas hasta la década de los noventa, en la que hay varias alineaciones de la zona. En 1892 se trata de realizar un cerramiento del paseo mediante verjas, algo que finalmente no se llevaría a cabo. Fue al año siguiente cuando casi coincidiendo con la muerte de José Zorrilla se dé el nombre del poeta a esta avenida y se apruebe la alienación definitiva.
    La existencia de una importante vía hacía necesario un lugar desahogado que sirviera de distribución de la circulación. Por este motivo en 1894, tal y como recoge Fernández del Hoyo, se planteé por primera vez en el Ayuntamiento la posibilidad de abrir una gran plaza. Tras el correspondiente estudio, en diciembre de ese mismo año se aprobó la construcción de la plaza de Zorrilla, recibiendo todo tipo de parabienes.
    La prensa recoge la ejecución de las obras, que fueron llevadas a cabo con una sorprendente rapidez, ya que en marzo de 1895 estaba perfectamente trazado el perímetro de la misma. Pero durante la ejecución de las obras comenzaron también las voces contrarias a la existencia de la citada plaza, encabezadas por el diario La Libertad, periódico republicano de Clara inclinación al Partido Democrático Progresista. Este diario, enemigo del alcalde Ramón Pardo, atacó con dureza la propia existencia de la plaza, así como las ideas urbanísticas de la misma.
    Tanto en las informaciones de La Libertad, como en las de otros diarios como El Norte de Castilla, se recogía la posibilidad de instalar una fuente monumental en el centro de la plaza. En concreto se hablaba de la posibilidad de trasladar la Fuente de la Fama a aquel lugar, aunque gustaba más la posibilidad de erigir un monumento al vate vallisoletano. Al final, las idea de trasladar la Fuente de la Fama fue desestimada, al igual que la de levantar un monumento a Zorrilla, optándose por la construcción de una nueva fuente, la cual fue concluida en los últimos meses de 1895. Ésta estaba realizada en piedra blanca, posiblemente de Campaspero, de pequeña altura y forma cuadrilobulada.
    Preparando los cimientos para la estatua de José Zorrilla
    Poco duró la plaza de Zorrilla con este nuevo elemento, ya que cuatro años después se plantea de nuevo, y en esta ocasión de manera definitiva, la erección de una estatua al poeta vallisoletano. Esta reforma, la última que sufriría la plaza en el siglo XIX, implicaba la instalación de un jardín de 52 metros cuadrados encerrado en una verja octagonal decorada con escudos de la ciudad, liras y ramas de laurel. Cabe destacar sobre este jardín que rodeaba el monumento en memoria de José ZorrillaEste enlace se abrirá en una ventana nueva que no estaba colocado en el centro de la plaza, sino centrado con relación al Paseo del Príncipe.
    Fuente: El siglo en que cambió la ciudad (José Miguel Ortega del Río)
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